“Aunque esté muerta sigue viva en mí” Crítica: La Chica Desconocida, Jean-Pierre Dardenn
- Ángela C.
- 29 jul 2017
- 2 Min. de lectura
La chica desconocida es la historia de una médica, Jenny Davin, que al no abrir la puerta a una joven prostituta que acudió por ayuda y posteriormente aparece muerta, emprende una búsqueda exhaustiva donde se mezclan una inmensa culpabilidad y una rectitud moral incorruptible.
Los hermanos belgas han realizado una cinta que mantiene su estilo narrativo de seguimiento al protagonista como en Deux Jours, Une Nuit donde un personaje con una búsqueda o propósito se encuentra con diversos personajes que le ayudan a llegar a una respuesta o a alcanzarlo, pero esta vez se percibe un tono detectivesco en el desarrollo de la historia, pues Jenny Davin con el peso de la culpa que le altera su vida personal y profesional, investiga a la par con los policías, incluso mejor que ellos, sobre la joven desconocida.
Con este filme los hermanos Dardenne continúan con su propuesta de hacer ‘cine social’, con películas que muestran la cotidianidad de sus personajes pero haciendo énfasis en los cuestionamientos sociales y morales de la sociedad belga actual. Ya lo han planteado en sus obras anteriores como Rosetta y la situación a la que se enfrenta la protagonista con la pérdida de su empleo, L’enfant con un “embarazo adolescente” en el primer mundo, Le gamin au vélo que plantea el abandono y la búsqueda de amor o la ya mencionada Deux jours, une nuit donde hacen un reflejo de la clase trabajadora de Bélgica. Con La Fille Inconnue Jean-Pierre y Luc Dardenne llevan al espectador a cuestionar temáticas como la marginalidad, el desamparo a los inmigrantes y las fronteras que se construyen cuando se trata de prostitución, abordando incluso temas raciales.

Además de la temática social, La Chica Desconocida mantiene el estilo naturalista de los directores, que con cámara al hombro, la ausencia de música y el seguimiento al personaje muestran el recorrido que hace Jenny tanto en el espacio como en sus emociones, pero parece que en este caso la fórmula narrativa no funcionó igual, por lo menos no como en sus obras anteriores, ya que la película tiene un ritmo calmoso que se suma a la inexpresividad, muy bien lograda, de su protagonista (Adèle Haenel) generando que el espectador pierda fácilmente interés en la cinta.
Los Dardenne con su extensa carrera se han creado un estilo cinematográfico muy definido, han mostrado realidades sociales que tienden a ser ignoradas y es este el valor de su película, pues retratan, más allá de la angustia de su protagonista, cuál es el valor de la vida cuando se trata de los olvidados.
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