"Solo un café en Berlín" Crítica: Oh Boy. Jan-Ole Gerster, 2012.
- Ángela C.
- 18 may 2020
- 2 Min. de lectura

Casualmente me encontré un listado de recomendados de las mejores películas del 2013 y entre ellas aparecía Oh Boy, una película alemana que despertó mi curiosidad y en este caso la intuición no se ha equivocado. Es la opera prima de Jan-Ole Gerster quien demuestra una gran sensibilidad y capacidad cinematográfica en un filme que parece sencillo en su argumento pero que es narrado con una marcada sutileza y elegancia.
Desde la propuesta visual del filme es notable la influencia de tantos estilos y cineastas, por momentos el espectador puede ver algún personaje de Truffaut, un toque de comedia de Woody Allen o sentirse en el París de Godard, solo que en este caso vemos a Niko en un Berlín lleno de personajes tan singulares que enriquecen el ritmo de la narración.
Y es que Matze, el actor en traje de nazi, Julika, la abuela de Marcel o Friedrich el anciano que aparece en la última parte del filme contrasta con la mala suerte que parece acompañar a Niko, un joven que vive en un nihilismo constante y que atrae solo infortunios a su día, el protagonista solo quiere tomarse un café y es esta la línea conductora entre todo el cruce de personas y espacios que se van presentando.
Oh Boy es una propuesta equilibrada, pues es fresca y a la vez compleja en la que se ve un protagonista que representa ese momento en el que como seres humanos nos cuestionamos la vida (posmoderna tal vez) y el valor de lo que hacemos. Siendo esto además a través de una bella estética cercana a la Nouvelle Vague donde ver cada plano es un placer a los sentidos, pues te enamoras de la capital alemana, quisieras ir a tomar el tren, escuchar jazz y simplemente tomarte un café.
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