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“Del desdén por la vida”. Crítica: Manchester frente al mar, Kenneth Lonergan, 2016

  • Foto del escritor: Ángela C.
    Ángela C.
  • 22 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Se vive la época de nominaciones y galardones del cine estadounidense, los espectadores con apuro buscan ver todas las películas – o las que le permiten las salas de cine o la web- antes de la noche de entrega, pero se dan cuenta que gran parte de ese abanico de mejor película se basa en cifras y espectáculos y que estas no son las mejores. No en vano, a través de esa búsqueda se pueden encontrar excepciones como Manchester Frente al Mar, un drama sobre un hombre inexpresivo, retraído, que tiende a la violencia, pero que en el fondo lleva sobre sí una carga y una historia que vale la pena ser contada y ser vista, así sea gracias a la casualidad de Hollywood.

El filme dirigido y escrito por Kenneth Lonergan, cuenta la historia de Lee Chandler (Casey Affleck), un hombre que debe regresar a su ciudad natal tras la muerte de su hermano y hacerse cargo de su sobrino y de sí mismo. Lonergan, quien inició su carrera como dramaturgo, narra esta historia a través del diálogo y del montaje, muestra un orden con el que se conoce el presente de Lee, un hombre displicente, pero a medida que avanza y se revela su pasado, el espectador lo comprende y comparte su pena.

Manchester By the Sea, 2016, CRÍTICA

Michelle Williams y Casey Affleck

Manchester Frente al Mar se desarrolla en la transición del invierno en la ciudad norteamericana de Manchester y es todo ese ambiente frío que narra y retrata el paisaje, donde el protagonista vivió, el mismo al que retorna a enfrentarse, un lugar helado y congelado como lo está él por dentro. Un hombre que muestra un desprecio humano, una apatía social, que después de unas copas se va a los golpes con cualquiera, acción que se traduce como su búsqueda a la autodestrucción, el resultado de su desdén hacia la vida, hacia su vida, su pasado, hacia él mismo.

Manchester-by-the-Sea, como se llama realmente la ciudad, es uno de los dramas mejores narrados en el cine actual, que a pesar de tener una carga temática muy fuerte, ofrece momentos de risa y hasta simbólicos, como la escena en la que Patrick (sobrino de Lee) sufre un ataque de pánico al encontrar un pollo congelado en su nevera, después de haberse dicho que su padre muerto va a ser congelado. Actuaciones resaltables como la convivencia entre Lee y Patrick o esa última dramática conversación entre Lee y Randi (Michelle Williams), donde por primera vez él acepta su situación y explica su actuar.

Es a través de numerosas escenas que al inicio parecen no aportar novedades a la narración, pero que mientras el filme avanza muestran la cotidianidad de sus personajes y es el observador quien con todas estas piezas arma el rompecabezas que forma la raíz del dolor de Lee Chandler.

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