“Siete Días con Paterson” Crítica: Paterson, Jim Jarmusch, 2016
- Ángela C.
- 9 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Cada mañana alrededor de las 6:15 Paterson abre sus ojos, abraza a su pareja, se prepara; mientras escribe un par de líneas, para conducir el autobús de la línea 23 de su ciudad, Paterson – New Jersey. Horas después almuerza contemplando la cascada y continúa con su poesía. Al final de la tarde regresa a casa, revisa el buzón, lo endereza, ve el arte del día de su mujer, pasea a Marvin y cierra su noche con una cerveza en el bar.
Es así como nos muestra Jim Jarmusch en su cinta más reciente la cotidianidad de un poeta secreto (genialmente interpretado por Adam Driver) muy sensible a las pequeñas cosas, sin dejar de lado su característico estilo cinematográfico, tranquilo, centrado en el personaje y su relación con el espacio y por supuesto con un toque de humor.

Los seres de la obra de Jarmusch son generalmente hombres sobrios, solitarios, perdedores, retraídos o tristes y Paterson no ha sido la excepción. El director y escritor del filme trae singulares personajes que acompañan al protagonista como su novia, Laura, una joven entusiasta con un marcado estilo artístico que siempre está elogiando su poesía y animándolo a publicarla. Marvin el enternecedor bulldog inglés que pareciera no querer equitativamente a sus dueños pero que también da un toque de comicidad a la historia. Donny su compañero en el trabajo con una infinita mala suerte y Doc el barman que cada noche lo recibe con una cerveza y sus desafíos de ajedrez.
Aunque la película se trata de la vida de Paterson y su repetitiva rutina, la narración se hace desde momentos y ángulos que permiten vivir a la par del protagonista sin aburrir al espectador. Como la casi sentencia que le da Laura después de soñar que tienen gemelos hace que estos se conviertan en un leitmotiv durante todo el filme. Los relatos de los particulares pasajeros que transporta en su autobús, los personajes que se va encontrando a través de los días como la niña poeta, aquel hombre excesivamente dramático y despechado, los pandilleros o el turista japonés, que dan consistencia a la historia.
El filme con una fotografía azulada impecable y la música de Sqürl, banda del director, que también musicalizó su anterior Only Lovers Left Alive, tiene una carga de referentes artísticos como Island of Lost Souls, Romeo y Julieta, Iggy Pop, Method Man rapeando poesía o William Carlos Williams el médico y escritor estadounidense, uno de los poetas que más admira Paterson y que al igual que él escribía su obra en los ratos libres.
Esta cinta es entonces una perfecta fusión entre poesía y cotidianidad, donde los versos, originales de Ron Padgett, muestran una sensibilidad especial ante la vida representada por Paterson. Es un lujo que se ofrezca en la cartelera la obra de Jarmusch, ahora queda la esperanza de que el documental Gimme Danger, también lanzado en el 2016 junto con Paterson en Cannes llegue a las salas del país.
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