“No estamos melos” Crítica: Somos Calentura. Jorge Navas, 2018
- Ángela C.
- 26 sept 2018
- 3 Min. de lectura
Buenaventura está entre las zonas más olvidadas por el Estado colombiano cuando se trata de tomar acciones concretas frente a las problemáticas de violencia que han envuelto a esta zona del país. Se ha demostrado que atacar la violencia con una fuerza mayor causa que el problema se acrecenté y se aleje más de una solución eficaz. Por otro lado el arte y la cultura han sido elementos claves para procesos de transformación en espacios invadidos por estas situaciones y Somos Calentura es una muestra de ello, la búsqueda de una alternativa a esa falta de oportunidades y ese contexto hostil es la premisa de esta película que llega a las salas con un sabor especial.
Jorge Navas muestra cómo un grupo de jóvenes que se enfrentan a la ilegalidad, la corrupción y el narcotráfico que rodea su espacio, logran atacar este problema a través de la potencia del baile. El director sabe retratar una raza tan resaltable por su fuerza y su sabor, durante el filme se nota esta alegría que los caracteriza sobre todo en las escenas de las fiestas, donde a pesar de las problemáticas sociales, todos están sincronizados con la música y bailando con una agilidad que no se aprende sino que se lleva en la sangre.

Es una gran apuesta del director enfocarse en estas situaciones de violencia hacia la solución que le da la sociedad de Buenaventura a estas problemáticas, donde el baile es la alternativa más contundente y más sana para resolver y enfrentar circunstancias que en muchos casos sobre pasan cualquier interés por el arte.
La energía de los bailes se logra transmitir a través de la lente, la cámara permite conocer cómo se dan los enfrentamientos permitiendo al espectador seguir los movimientos de los bailarines, el juego de colores y especialmente la música, una mezcla entre lo tradicional y el hip hop, sacan adelante un filme que en el fondo tiene una temática compleja, sin embargo el espectador puede contagiarse y ver cómo son las dinámicas de sus fiestas y de las batallas de baile.
Seguramente el trabajo con actores que además de tener la capacidad de bailar pudieran llevar con naturalidad un personaje no fue tarea fácil y en el filme es esta una de sus fallas, a pesar de que todo está para hacer verosímil las escenas – a través del arte, el vestuario, las locaciones- las actuaciones, especialmente en los diálogos, llegan a romper esa naturalidad esperada. Por momentos el espectador puede desconectarse del filme en puntos en los que los actores pierden fuerza en su interpretación.
Resulta importante resaltar que si bien el cine realizado en Colombia requiere ser muy entretenido o haber recibido suficientes reconocimientos para que un público amplio lo elija en las salas, Somos Calentura con una propuesta muy fresca puede lograr que el público en busca de cine más comercial vaya a verla. Es una película amena, con una propuesta musical interesante que se acerca a los sonidos que gustan en el país y por supuesto el baile que con sus pasos logra generar una metáfora de cómo combaten esa guerra que buscan terminar estos jóvenes.
Es entonces una película apta para un público amplio, que busca entretenerse y también para el que quiere adentrarse en historias con profundidad, es interesante como el director logra unir ambas características y sacar una cinta divertida pero que habla de un tema absolutamente serio y real en una sociedad que tiende más a olvidar que a enfrentar los problemas reales.
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